
Rosario fue por tercera vez consecutiva sede del Quilmes Rock, uno de los festivales musicales más relevantes de la escena nacional. Pero pese a eso, lo importante es la participación de las bandas locales que tuvieron su lugar en la grilla. Viernes y sábado pasaron por el escenario del Hipódromo local Rosario Smowing, Vudú y Bulldog, entre otras.
El primer día, bajo un sol hiper radiante y altas temperaturas, los que dieron el punta pié inicial fue la banda llamada Austria. Tras haber ganado un sorteo en una radio local, consiguieron su lugar en el Quilmes. Con su rock pop conquistaron a los primeros jóvenes que se acercaron al Hipódromo de Rosario. Luego llegó todo el ritmo con la gente de la Rosario Smowing, quienes hicieron bailar a los cientos de rockeritos que ya se asentaban bajo el sol.
La visita nacional vino acompañada de parte de Guasones y La Mancha de Rolando, que más tarde fueron secundados por los uruguayos La Vela Puerca, con un show a toda fiesta rioplatense. El broche de la noche fue con Bersuit Vergarabat, que entre sus nuevos y los clásicos de la historia de la banda, consiguieron transformar al Hipódromo casi en una fiesta privada donde sólo faltaba la cerveza que más de un artista reclamó.
Para el segundo día, los primeros que jugaron de locales fue Purple House, que pese a que le acortaron el set (según contó a este medio Pabliko, la voz del grupo), lucieron los temas de su flamante disco Clase. Vudú se encargó de entremezclar a los cientos de fans que ya se agolpaban en las primeras horas de la segunda jornada. Aunque la alegría de Los Vándalos, con Popono al frente y algunos invitados (Ninja, de El Vagón y Piturro, de Shoklenders), hizo danzar con el puro rock and roll y esas letras un tanto alocadas.
Bulldog hizo lo mismo, la gente los siguió y algunos de los temas de su último disco Salvaje sonaron mientras se filtraban algunos que los marcaron. Por eso Mantu sostuvo: “Estar en estos festivales hace que te encuentres con la gente y con músicos amigos. Para nosotros es un placer”. Mientras tanto, algunos se agolpaban en el VIP para tratar de rescatar algo de bebida sin alcohol para evitar abonar los 6 pesos que costaba el agua o los 5 de la gaseosa rebajada (cosas de festivales).
Y casi una hora de adelanto había pasado cuando el cielo amenazaba más de lo que lo había hecho todo el día. La lluvia se podía oler fácil. Pero Las Pelotas no dudaron en subir y demostrar por qué perduran en el tiempo. Casi diez mil personas ya habían ingresado para las 21. Estaba cerrando Dafunchio y su gente cuando algunos en el público esperaban ansiosos el ritual de la noche. Bajo la lluvia, cantando, saltando y bailando Los Piojos regresaron a Rosario por segunda vez en menos de un año e hicieron explotar la segunda y última noche del Quilmes Rock.

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